"DICHOSA EDAD Y DICHOSOS SIGLOS AQUÉLLOS A QUIEN LOS ANTIGUOS PUSIERON EL NOMBRE DE DORADOS, Y NO PORQUE EN ELLOS EL ORO, QUE EN ESTA NUESTRA EDAD DE HIERRO TANTO SE ESTIMA, SE ALCANZASE EN AQUELLA VENTUROSA SIN FATIGA ALGUNA, SINO PORQUE ENTONCES LOS QUE EN ELLA VIVÍAN IGNORABAN ESTAS DOS PALABRAS DE TUYO Y MÍO"

martes, 3 de marzo de 2009

De como se puede odiar la idiosincrasia española y a la vez amarla.


Critico mucho este país en el que vivo. Lo critico constantemente y a culaquier, o casi cualquier suceso, frase, acción que afirmo con rotundidad, o niego con aún más rotundidad, hago mía la boca del gran Catón a la más vetusta manera. "Delenda est Cartago". "Delenda est Hispania". España debe de ser destruída; la actual España, despojo de ese mundo mágico que fue Iberia, Hispania, Al Ándalus. La que fue cuna de mentes tan ilustres como Miguel de Cervantes, Ramón y Cajal, de feroces guerreros como Viriato, los mercenarios hispanos, aguerridos de melena al viento que con su sangre del Norte regaron los campos de Germania, los almogávares, cuyos gritos aún resuenan en el viento de Atenas y envuelven la Acrópolis, los Tercios que vagaron por mares de fuego, sangre por todo el mapa europeo por causas justas o menos justas. Los numantinos, que doblegaron en orgullo al más vasto imperio antiguo. Ahora España es el paraíso de lo cutre, de lo chabacano, de la telebasura, del Gran Hermano, del Diario de Patricia, de la corrupción inmobiliaria, de la incultura, de los políticos torpes e irresponsables. El país de la fiesta, de las orgías alcohólicas desenfrenadas, de los Torrentes, de las putas televisivas. Puede parecer que todas estas enumeraciones vayan ligadas al carácter español, pero me niego a que se las una, se las identifica con la identidad española, con la idiosincrasia, valga la redundancia, porque si no, yo no soy español e incluso podría plantearme que en un país cuyo máximo referente televisivo sea un programa donde buitres se avalanzan sobre carnaza yo sobre. Yo estorbe. Pero aún no he expuesto que puntos, a expensas de lo expuesto, aún me ligan a la idiosincrsia española. Los he resumido en tres, y no ha sido muy difícil, por ardua tarea que parezca. Yo los denomino los tres sacramentos que aún me aunan a la identidad ibérica.

El primero es el idioma. Considero el castellano un idioma bello, el latín del desierto, como dijo un famoso filólogo, creo recordar del siglo XIX y del cual no recuerdo el nombre. El castellano fue el idioma del imperio en el que nunca se ponía el sol, el idioma en el cual Cervantes concibió y escribio a nuestro Ingenioso Hidalgo, noble caballero que aún no se ha prostituído, aunque hace unos años, en su cuarto centenario lo intentasen, y que aún anda vagando sobre Rocinante por las estepas manchegas mientras Sancho frecuenta esos pérfidos lupanares sitos en la Carretera de Andalucía.

El segundo sacramento es la dieta, el yantar, el que se puede degustar aún en mesones y casas de piedra, o de adobe, o bajo un robusto olivo o enrevesada encina, contemplando los vastos campos de la ancha Castilla, al fondo las cumbres pardas, moradas, amoratadas de la Sierra de Guadarrama y de Gredos, cuyos picos aún están salpicados de la nívea sustancia, identidad del Invierno. Una mesa de madera, caldos, pan de trigo, viandas, vinos rojos, como sangre de la tierra, dulces de tradición grotesca. La mesa española siempre ha sido austera, vieja herencia de los Austrias que dominaron medio mundo, pero a su vez exquisita. Gracias, american way life por ultrajar, por violar nuestras identidades.

El tercer, y por ello último sacramento es el de la tauromaquia. Sé que entre mis más habituales lectores una inmensa mayoría son acérrimos defensores de los derechos de los animales. Yo, aunque suene algo irónico, también lo soy. Tampoco soy un retrógrado, un fascista, como podéis haber ido averiguando y deduciendo de mis textos, de mis escritos. Tampoco soy un sanguinario individuo que se excita al ver el sufrimiento animal, pero, irremediablemente, la tauromaquia es la esencia que más hondo a aunado la identidad española. Si alguien quiere entender la historia española, ésta es como una corrida de toros, porque conjuga todas nuestras señas, orgullo, lucha, pasión, todas nuestras esperanzas, el indulto, la gloria, y todos nuestros fracasos, sufrimiento, angustia, Muerte. El espectáculo taurino puede amarse, puede aborrecerse, pero ante todo debe respetarse, porque nuestra Historia se resume a treinta minutos de lucha, de pasión, de orgullo, de humillación y de Muerte, además de ser un rito ancestral que está, irrevocablemente, condenado a la desaparición. Debemos mentar, también, que no hay rito ancestral ni moderno tan cargado de un simbolismo erótico tan clarividente como es la fiesta de los toros, esencia que también se enlaza con nuestra Historia, plagada de valientes mujeres anónimas, de retorcidas y ambiciosas reinas, de amantes y queridas que eran tema cotidiano en mentideros de cualquier ciudad.

La idiosincrasia española ha muerto. ¡Larga vida a la identidad española!





(*) La foto corresponde a la obra titulada "Gregorio el Botero en Sepúlveda", obra de Igancio Zuloaga, que retrató pueblos y campesinos castellanos, visiones de una Castilla ruda, austera, con pinceladas donde se reflejan la miseria y las tradiciones más nuestras. No sé por qué, siempre me emociono contemplando esta obra. Ahora sé que es por lo expuesto anteriormente.

10 comentarios:

Arantza G. dijo...

He leído el texto; estoy de acuerdo contigo en lo del idioma y el yantar pero el tercer punto, lo siento, discrepo.
Como no deseo entrar en discusión, perdóname pero me ahorro el comentario. Espero no lo tomes a mal.
Un beso.

AlbertoEstévez dijo...

No, no, claro que no, sabía que el tercer punto iba a ser algo polémico, pero prefiero exponer todo lo que pienso antes que "disfrazarme". Lo que de verdad me importa es que leáis el texto, lo cometéis y opinéis acerca de él, no que nos lleve a vanas y bizantinas discusiones porque si por algo destaco es por respetar las opiniones ajenas.

Gracias por tu comentario Arantza, y un beso.

Alberto.


P.D. Reitero en lo escrito antes. Espero que mi afición por la fiesta taurina no dé lugar a falsas interpretaciones del verdader significado del artículo, que no es otro que mi forma de entender el misticismo español.

El Espantapájaros dijo...

Ese cuadro, recuerdo, es la imagen de portada de un interesante libro de Fernando García de Cortázar, "Los mitos de la Historia de España", editado por Planeta, y que me permito recomendar, pues, leyendo su artículo, creo que le aprovechará en suma medida.

Arantza G. dijo...

Que te guste la Fiesta Nacional no va a cambiar para nada mi opinión sobre tí.
Sigo pensando que escribes muy bien y te leo
Besos

AlbertoEstévez dijo...

Gracias por la recomendación Espantapájaros; cierto que es un gran libro, que leí hace unos meses, tras la recomendación de un familiar.


Un saludo.


Alberto.

AlbertoEstévez dijo...

Gracias por tu nuevo comentario, Arantza, y gracias también por el halago.


Un beso.



Alberto.

Anónimo dijo...

Interesante artículo y en gran medida cierto: hay mucho cutrerío por lo general aunque discrepo en que sea una enfermedad sólo en España. Personalmente, como patriota, me molesta más su existencia en esta gran nación pero no podemos ignorar que también está ocurriendo en otros países de la talla por ejemplo de Reino Unido, Alberto: allí también tienen a los "Gran Hermanos", un multiculturalismo desenfrenado, violencia a diario y los hooligans. No olvidemos del último fenómeno en aquél país: los "chavs." Es espeluznante lo que ocurre.

Comparto con ud, sin embargo, lo del idioma y lo del pueblo. Disfruto mucho de la austeridad, y no lo digo para presumir de nada, porque cuando tengo que presumir lo hago sin problemas. Pero soy austero en todo, de carácter áspero, y admirador de los Austrias. España tiene un gran componente germánico en la Historia, y eso se ve en el carácter muchas veces. No suavizamos las cosas, no somos "dulces" como podría ser un indio sudamericano (aunque no quisiera ser dulce ni lo veo como algo positivo por el hecho de que "dulce" suene mejor que áspero). Prefiero, a pesar de toda la basura negativa que hay, pasarme un buen día dominguero en la Sierra Madrileña, degustando de vinos sencillos, secos, en una taberna de esas rústicas del campo.

O aquí mismo en Madrid capital, no me verá nadie que me conoce en ningún restaurante "fashion" o de diseño, por muy "fino" que quiera ser. Prefiero los sitios españoles tradicionales, los de cuchara, los sitios castizos. Quedan pocos, pero si busca, los hay todavía. Créame: los conozco bien, soy asiduo a ese tipo de cosas.

Creo que lo malo que tiene Madrid es que no hay mucho sentimiento de arraigo por parte de mucha gente, es decir: que no viven la tierra, y todo lo que ofrece. Mucha gente dice "uf qué feo es el terreno madrileño, amarillo y seco." A mí sin embargo me gusta, es austero, con un cielo casi siempre de un azul mágico, y un aire de libertad indiscutible.

Saludos

AlbertoEstévez dijo...

Gracias por tu opinión Alfredo, en el cual resumes de una eficiente manera todo lo que intento exponer en el texto, que no es otra cosa que alabar y, en cierto modo, llorar por la muerte de esa austeridad española, castellana, siempre rodeada por una aureola mística, que parece salida de una obra de Zurbarán.


Un saludo.


Alberto.

BLQ dijo...

Yo que vivo en Francia, siento decirte que es igual aquí, la idiosincracia es mundial, hoy en día no se escapa ningún estado.

Por eso, tal como tu haces, se debe uno abrazar a lo digno que queda de cada lugar. Sin embargo, creo que te equivocas.

Primero, la lengua de España mayoritariamente es la castellana, pero te olvidas que España la forman diferentes pueblos y hay otras lenguas que hacen precisamente de este estado algo tan rico. Se te notan sones de conolianismo con el castellano como idioma del Imperio español, aquel que masacro tantos pueblos e idiomas, precisamente cortando de llano las identidades de aquella gente.

Segundo, la comida me parece exquisita y tu la defines muy bien. Escribes muy bien y das muchas descripciones, no voy a comentar nada más sobre la comida. Mas me parece pobre en especies y yo creo que hay que abrir fronteras y dejarse embriagar por los condimentos de otras culturas. Aquí también te olvidas de las otras cocinas del estado español, como la mediterranea, más equilibrada y ligera con vinos más dulces y mucha fruta.

Solo puedo estar de acuerdo contigo completamente en el tercer punto. Tienes razón al decir que la tauromaquia es la esencia de la identidad española. España siempre ha sido un estado donde el rico se ha aprovechado del pobre. El torero del toro, la espada contra la naturaleza, los terratenientes y caciques contra el pueblo agrícola, monarquía contra democracia.

No me hables de lucha y muerte cuando hay tanta desventaja en tal cosa, es como decir que Israel y Gaza tienen las mismas oportunidades.

Por cierto, estar en contra de la tauromaquia no es ser un fascista y un retrogrado, es simplemente estar en contra de la muerte de un animal que muere injustamente para diversión de otros animales. En Francia ya hace tiempo que se prohibió la lucha de gallos y era la enseña de ese Estado.

saludos

AlbertoEstévez dijo...

Gracias Eloi, como siempre, por tus excelentes matizaciones. Cierto es que si por algo destaca España es porque es un mosáico cultural.
En cuanto al colonialismo español, irremediablemente, va unido a nuestro país, como al de todos, o casi todos, los países europeos y es cierto que no hay nada más temerario como que una cultura trague a otra. Te agradezco tu matización acerca de la dieta mediterránea adorándo yo una buena conversación observando la delgada línea del mare nostrum lejana, disfrutando de buena sombra, vino sencillo, queso de la tierra y una buiena conversación. Casi todos los buenos placeres de la vida van ligados al Mediterráneo, será por esa esencia griega y romana que nos transmite... Y finalmente, en cuanto a lo que afirmas de tauromaquia, ya señalé que iba a ser un punto difícil de tratar, pero prefiero ir con la verdad con delante antes que con caretas que deformen mi rostro, pero cuando dices que el que defiende la tauromaquia no es retrógrado ni fascista tengo que estar de acuerdo contigo, pues yo lo el sentido que le intenté dar a ésta frase es que la tauromaquia se sigue asociando con el franquismo, cuando, bueno, en realidad a Franco no le gustaban los toros.


Gracias de nuevo Eloi por tu comentario, se te mpezaba a echar de menos por lares de letras.

Un abrazo.


Alberto.