"DICHOSA EDAD Y DICHOSOS SIGLOS AQUÉLLOS A QUIEN LOS ANTIGUOS PUSIERON EL NOMBRE DE DORADOS, Y NO PORQUE EN ELLOS EL ORO, QUE EN ESTA NUESTRA EDAD DE HIERRO TANTO SE ESTIMA, SE ALCANZASE EN AQUELLA VENTUROSA SIN FATIGA ALGUNA, SINO PORQUE ENTONCES LOS QUE EN ELLA VIVÍAN IGNORABAN ESTAS DOS PALABRAS DE TUYO Y MÍO"

martes, 15 de diciembre de 2009

Corrales.


Te va a resultar raro, compañero, pero los corrales siempre me han llamado la atención sobremanera. Los encuentro mágicos, sorprendentes y esquivos. Me gusta observarlos a través de la cortina de agua o mientras el sol inmisericorde agujerea sus paredes de adobe, viejos como nudos de encina. En Invierno son fríos y lúgubres, mientras que en Verano desprenden esa aureola mística de lo rural, esa desmedida visión ancestral, parte, de una manera u otra, de nuestra identidad.
Los corrales son inmisericordes, raros, canallas y vetustos. Me siento a gusto en los corrales, pero más en Verano, cuando desprender ese olor a campo, para algunos desagradable, pero sin duda intenso, mezclado con el olor ocre a trigo recién trillado, a fruto de trigo amarillo y dorado, a grano seco. Y es que desde los corrales, los verdaderos, aún se pueden contemplar las estrellas, y como la negra manta se avalanza hacia el horizonte con su cara blanca y claveteada como una sonrisa.

Sin duda, los corrales son más bellos al amanecer que al anochecer, cuando el sol se refleja en sus paredes de barro y caña, aunque ahora incluso con techos de uralita. Bendito progreso que lo barre todo y nos traslada hasta nuestros recuerdos de infancia, a la más paupérrima de las vivencias, pues mis vivencias, compañero valiente, si aún estás ahí,  se condensan en leer a Juan Ramón, o al poeta-cabrero de Orihuela, bajo la sombra de un limonero, oliendo las ráfagas de corral y de espliego, y de romero del monte, que es más fresco en la madrugada oscura, en un patio de adobe y dado de cal blanca, con los ladridos de los perros inquietos o los tintineos de las ovejas dispersas.


(CORRAL)

Llena el alma tuya, llena y llena,
llena de campo, y olores, y trigo,
entre grano, esencia de arena,
tumbareçme y adorarte, contigo,
y contemplar yo la noche serena.
Llena, llena. Tú eres mi testigo
de olores que traigo a espliego,
y a romero, y a amor ciego.

A 26 de Agosto de 2009



lunes, 14 de diciembre de 2009

SOLEDAD. 1ªPARTE


Allá fuera hace frío, pero la nieve que cayó aquella mañana ya ha desparecido bajo las ruedas impías de los automóviles y las pisadas huecas, vacías, estúpidas, de miles de personas que ponen rumbo a su trabajo. Aún no hay tiempo para la reflexión, y menos para el lado poético de estas vidas que se esfuman bajo una nívea capa caída a cuentagotas. No. No hay tiempo aún para nada.
Soledad. Frío. Desamparo. Nunca entendí porque estas palabras -entre otras muchas- pueden causar desaliento. Cuando menciono, en voz baja, la palabra "soledad" siento que se me vacía el alma, y lo encuentro atractivo. "Soledad", "soledad". Puedo provocar en mí un vacío cuando menciono, aunque sea en voz baja, una palabra que nunca, hasta el momento, me atreví a pronunciar en voz alta. Yo creo que soy solitario, aunque de manera inconsciente. Me gusta la compañía, pero me gusta estar solo, y es que hay momentos en los que yo mismo me incomodo. ¿Quién me habrá invitado a reflexionar sobre mis cosas? ¿Somos tan solitarios que despreciamos, a veces, incluso nuestra propia presencia?... y es que cuando más a gusto me siento es cuando estoy en el campo solo, con un folio desatado de furia y doblado en mil caras, con mis palabras, mis frases incongruentes, mis ensoñaciones y mis defectos, con el humo de mi cigarrillo formando cortimas de humo, ocultando mi rostro, y parece que estoy tras una tienda de campaña, o tras una catarata. Soledad es viajar sin uno mismo, andar sin rumbo, solo, hacía nuestros sueño y nuestras pesadillas, errar a ninguna parte sin equipaje, solo un cuerpo inerte, muerto, cochambroso y renquante a través del páramo de la Vida y de la Muerte. Siempre estamos solos, aunque lo neguemos rotundamente una y otra y mil veces más. Siempre Soledad. Siempre. Y si alguna vez te sientes acompañado, eres dichoso, pero desconfía de la compañía sincera, pues la sinceridad siempre fue arma de doble filo.
"Soledad". La palabra en sí es yerma. Está vacía, pero es tan congratulante... Tan estimulante que si la buscas comprendrás por que caprichosas praderas cantarinas caminamos sin sentido. Soledad es volar sin uno mismo, volar el otro sin nosotros, respetar esa intimidad violada de ese otro Yo al que esclavizamos, subyugamos, extinguimos... No seamos dictadores, no impongamos, no infravaloremos, pues ese otro Yo es el que nos corresponderá y el que luchará con espada de samurai, con velocidad de pantera o tigre junto a nosotros en la Vida y en la Muerte. Aprende a estar solo, y podremos jugar a estar ausentes, pues lo que está ausente es lo que esperas, lo que ha huído, lo pasado, pero lo que es tuyo -aún- es el presente. Que Dios nos pille confesados, compañero.

domingo, 13 de diciembre de 2009

De vuelta, espero...


Ha mucho tiempo que no escribía por estos lares. Pero casi prometí volver con el frío, mi aliado siempre, eterno, y publicar una serie -pocos- de poemas que compuse este verano bajo el abrigo tórrido de los campos de mi pueblo, y es que, aunque ame el frío, el Verano siempre será el Verano, con las mañanas de azúl limpio y sofocante y las noches de calor con la ventana del cuartp abierta, oliendo a tomillo, a romero, a cielo raso.

(DÉCIMA-A-LA-ENCINA)

Arrugada y anciana,
te sobrecoges al viento,
tras breves movimientos,
suaves en la mañana, 
todo es sentimiento.
¡Amiga, alegre y robusta!
en tus raíces te escribo,
y a las alondras asustas
tanta rabia que ofuscas
acallando tu derribo.

             A 18 de Agosto de 2009



(RETAMA-AL-CIELO)

Motitas verdes sencillas plagadas,
campos amarillos por mi amados,
lenguas de fuego alargadas,
lloro duelos de brotes quebrados.
Raíces por males, ¡envenenados!
al ancho cielo querría ascenderos,
con Ángeles cobijo y resguardo,
y que os rezara el largo campo pardo.